Parece – y léase bien: PARECE - que todo ya está dicho en la construcción de nuestra identidad sexual: Heterosexuales/Homosexuales y una especie de seudo-identidad en la que se encuentran Bisexuales/Transgeneristas/Travestidos y toda la gama de preferencias sexuales conocidas tradicionalmente como aberraciones (pedofilia/zoofilia/voyerismo/sadomasoquismo, entre otros.).
El abanico de posibilidades en el plano de nuestra sexualidad “parece” abrirse cada vez más a reconocer a aquellos que disfrutan del sexo de una manera distinta a la configurada por los mitos, la política, la cultura y las grandes religiones. Sin embargo, pese a que se estén dando aún grandes luchas por el reconocimiento y la defensa, - no sólo del libre desarrollo de nuestra personalidad, sino también junto con ella, al libre desarrollo de nuestra sexualidad, pensamiento y a la posibilidad de vivir en armonía con aquellos que se desarrollan de una forma distinta a la de nosotros – nuestra sociedad sigue identificándonos desde el inicio, simplemente como HETEROSEXUALES. A partir de allí, se configuran también: la mirada, el comportamiento, el entorno, la educación, y hasta e la misma sociedad en la que se supone que el individuo debe desarrollarse libremente según sus capacidades y preferencias:
“Jaime (niño de 3 años de edad) tiene una noviecita en el colegio” Como si Jaime disfrutara más de la compañía de Camila (su supuesta novia) que de la de Daniel, el amigo con quien comparte sus juguetes…
Pero aquí no acaba la cosa, inmediatamente cuando te presentan a alguien intuyes de una manera mecánica que su preferencia sexual es por la del género opuesto: es Heterosexual. Independientemente de lo intimo y diverso que deban ser nuestras preferencias sexuales, al momento de llegar a un sitio eres Heterosexual.
Generalmente, un “heterosexual” es alguien que piensa que su sexualidad responde a una sexualidad normativa; en este orden, consideran que existe, tal cosa como, una verdadera sexualidad y una sexualidad anormativa practicada por seres depravados, que en el mejor de los caso habría que “tolerarlos”, y en el peor de ellos, habría que exterminárseles. Como modelo normativo, la heterosexualidad, es una ficción con la que construimos nuestra realidad social. Construcción, que en la práctica cotidiana no coincide todas las veces con la normatividad.
No hay evidencias científicas claras de que se nazca heterosexual u homosexual, de hecho, distintos referentes etnográficos ponen de manifiesto que hay sociedades donde no son precisamente las practicas “heterosexuales” las predominantes (Cardín, A. 1989. Herdt, G. 1992. Mark, F. 1998). Sin embargo, la sexualidad dominante o heterosexualidad, se ha construido y constituido en nuestra sociedad alrededor de toda una serie de correlaciones (algunas por la iglesia, otras por la ciencia…) más o menos falaces, entre ellas encontramos:
• El sexo esta vinculado directamente a las prácticas reproductivas.
• Estas prácticas, deben ir ligadas a la relación hombre-mujer (pareja heterosexual).
• El marco apropiado donde se produce la sexualidad esta en el vinculo hombre mujer (heterosexuales).
• La sexualidad esta unida al amor (refiriéndonos al amor entre hombres y mujeres)
• Y este amor dura para toda la vida.
Establecer una línea entre heterosexuales, homosexuales, travestis, Transgeneristas, es como fijar una frontera entre los hombres que les gustan las mujeres voluptuosas, aquellos a los que les gustan las mujeres delgadas, aquellos a los que les gustan las mujeres negras y gordas, etc.
“Anda, yo no sabía que él era marica (Homosexual)”…
“Oye, pero sino parecía…”
“Ese pelao tiene que estar enfermo…”
Enfermedad, aberración, pecado y hasta en el peor de los casos, se trata de una maldición “La vieja Lucia no gustaba de la “Charis” por eso el hijo le salió Marica”.
Todo el que no “nace” y se “hace” bajo los preceptos divinos de la ley dios y la ciencia, - está destinado a ser mirado y tratado o como el hijo pendejo que uno tiene en su casa o como le veían al pobre Sócrates, como un corruptor de la sociedad. Ronda en nuestros espacios el mito de que la sexualidad es algo completamente biológico (ya entendemos porque a todos se nos hace heterosexuales), y cualquier manifestación sexual distinta a la de hombre/mujer, pasa por ser un descarrío más de la humanidad.
-“Yo nací Homosexual” nos contaba de manera categórica, alguien con quien discutíamos esta semana –
Sin embargo, y para no caer en la famosa falacia de ad ignoratiam decidimos preguntarle en qué se basaba para hacer tal aseveración: su respuesta al igual que su afirmación fue contundente – “No te es suficiente con mi testimonio” –
¿Qué cosas, no?
Los Heterosexuales – hablando de un par de siglos atrás -, Discúlpennos: La religión, La política, La ciencia (Biología, Medicina, Anatomía, entre otras…), La sicología, La siquiatría y demás sistemas que organizan la realidad existente, se encargaron de hacernos creer que se nace Heterosexual; y esto no es lo peor, la mayoría de los Homosexuales (aquellos que no han sido violados), afirman ciegamente que nacieron Homosexuales. Desde entonces suele pretenderse que con cada práctica sexual concreta corresponde una identidad social específica.
Un círculo vicioso que restringe toda actividad sexual. Estrategias que segmentan dividen, clasifican, organizan y polarizan las manifestaciones propias de la sexualidad: “Con los hombres no”, “Nunca con una Gallina… Cio”, “Que porquería esa vaina entre manes” “Que asco entre mujeres”.
¿Nadie se ha dado cuenta que todos queremos que nos dejen vivir en paz?
¿No se han fijado que esas pendejadas de la identificación, ya sea heterosexual u homosexual, solo sirven para reproducir unas creencias sin fundamento?
¿Quién les dijo que para ser sujetos sexuales, se necesita ser parte de un bando (hombre/mujer, heterosexuales/homosexuales…)?
No sean tan pendejos (contigo heterosexual abnegado, y también contigo homosexual resentido), la sexualidad no es cuestión de “Nacer” o “Hacerse”; se trata de Sentirlo y Hacerlo. La sexualidad es cuestión de olores, sabores, figuras, imágenes, tacto. Es cuestión de sentir y hacer, no de hacerse. Hacerlo. Es cuestión de gustos, paladar . Es un arte, una actividad, una práctica que no necesita entenderse. Es disfrute, satisfacción, contacto, exploración, todas estas cosas y ninguna a la vez. Es sentir lo que se hace, es hacerse en lo sentido. Es sexualidad plena, sin rótulos, sin opresiones, sin marcos, y lo mejor, es sexualidad que trasciende los cuerpos, pero que no pretende segmentar al hombre. Es un discurso que no requiere palabras.
“No hay castos; sólo hay enfermos, hipócritas, maniáticos y locos.”
Anatole France
POR: GIAN CARLOS JULIO DE LA ROSA
POR: GIAN CARLOS JULIO DE LA ROSA
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